Por: Mariano Vergara Hegi.
¡Hola Belgranenses! Qué bueno volver a conectarnos y mejor todavía después de un encuentro enriquecedor con Federico “Lancha” Voltán. Tuvimos la oportunidad de hablar desde Stamford, Inglaterra, donde reside desde hace cuatro años “en un mix de tradiciones y modernidad” y vernos en Buenos Aires, ya que nos visitó hace unos días. Fede es un apasionado de la docencia y el deporte, del aprendizaje, el crecimiento interior y la transmisión de valores. Amante del Club y de la vida, un explorador en la búsqueda de nuevas motivaciones.
Fede es Ingeniero Industrial de la UCA con un Posgrado reciente en Educación en la Universidad de Buckingham y pese a su perfil docente dentro y fuera de las aulas, no le gustan los encasillamientos. Ex-jugador de la Primera del Club, “Lomu” por un día, hoy está feliz en Inglaterra, aunque extraña los encuentros familiares, el asado con amigos y pasear con sus sobrinos. Pero mejor dejemos que él nos lo cuente y, como decía aquel gran profesor interpretado por Robin Williams: Carpe Diem! (*)
Desde que nacimos con mi familia veníamos al Club, aleatoriamente, durante años, recuerdo siempre estar jugando en el ingoal de la cancha con todos mis hermanos y hermanas, y también con los Cubelli, los Gómez Aparicio, los Villarino, los Geddes, de muy chiquitos. Me acuerdo de mi abuela Granny (**), Margarita Geddes mamá de Charly y Clide Sommariva abuela de Pancho, jugando a las cartas en el primer piso y nosotros caímos todos sucios a pedirles sanguchitos de miga.
Empecé a jugar en mosquitos a los 6 años, pero iba poco, no era consistente, me acuerdo que éramos Camadas 85’, 84’ y 83’, todos mezclados, entrenábamos los viernes a la tarde con Chacho Cabrera al costado de la cancha y usábamos los neumáticos del fondo. Durante esos años yo iba muy de vez en cuando al Club, porque los fines de semana íbamos con la familia al Tortugas Country en Pilar y yo jugaba muchísimo al fútbol y al tenis; el rugby estaba en segundo plano. Hasta que un día en pleno mundial 95’, con la fiebre de “Lomu”, fui a jugar con mi camada, la 85, a BIEI, allá, en el viejo estadio. En el equipo ya estaban Charly, Panchito, Juli Villarino, Tincho Lopez Isnardi, Bartolome Bunge, entre otros. Yo no era muy amigo de ellos, porque iba muy poco, pero ese día llegué grandote y alto y metí 4 tries, entonces todos me amaron y me pusieron “Lomu”. No me lo olvido más, ahí me quedé y nunca más dejé de jugar por 20 años. Hoy todos ellos son mis hermanos de la vida.
Iba al Saint Brendan ‘s, los viernes salíamos con Panchito Cubelli, nos venía a buscar Granny e íbamos caminando al Club o a lo de Panchito a tomar el té. Cuando llegábamos al Club se iban armando los equipos para jugar una ¨Tackleata¨. Era algo sagrado y épico. Cada viernes éramos más, muchos de mi camada, la 85’ y la 84’, como Sambui Massot, Jero Bunge, Pato Gentile, y miles más. Ese acto nos quedó como costumbre, hacerlo antes y después de entrenar, o después de ver a la primera los sábados, era un clásico. Ya para juveniles mutó a una tocata, pero creo que nos ayudó mucho a tener un equipo muy fanático y habilidoso.
En mi casa se llegó a hablar tanto de rugby que hasta trajo problemas, a veces era demasiado, y generaba discusiones. Toda la gente que venía era para hablar de rugby. Íbamos a ver a Belgrano, a Argentina “A”, a los Pumas… Y encima Lucho Gradín era el Presidente de la UAR, entonces nos conocían en todos lados, entrábamos a los vestuarios, hacíamos de Ballboys, nos regalaban ropa de todo tipo. A mi viejo no lo pude ver jugar, él se retiró en 1982 y yo nací en el 85’, así que lo acompañé en su etapa como entrenador y después él me empezó a entrenar a mi. Me acompañó en toda mi carrera como jugador, siempre, hasta que me hice entrenador y me seguía la campaña de entrenador. Mis viejos eran los únicos que venían a ver un entrenador (risas).
Fue muy raro porque todos éramos de Belgrano y creo que cuando mi primer hermano se cambió fue inesperado. Mi viejo venía sospechando, pero se lo ocultaron. Me acuerdo el día que se enteró estábamos esperando el bondi para ir al Saint Brendan’s y nos preguntó a mí y a mi hermano del medio (Mariano), donde jugábamos y Nacho mi hermano más grande, contestó “en Regatas” y ahí confirmamos que los rumores eran verdad. Se había ido a CUBA. Tinker miró para otro lado y se quedó mudo. No hablamos más y hubo un silencio muy incómodo. Ellos después, más grandes, trataron de llevarme, pero no pudieron, nunca estuve cerca, siempre fui un enfermo de la marrón y amarilla.
Creo que el año que nos marcó a todos fue el 2001 y no por los saqueos… Teníamos un grupo de entrenadores muy lindo, combinación entre experimentados y jugadores, con el Ronco Allianeli y Pichino (Cubelli), Tinker, Fede Bunge, Topo Beltrame, Teby Masjuán y Sebi Fossati como baluarte. Ese año perdimos la final contra el SIC por dos puntos y vino todo el Club a vernos. Fue tremendo, en el vestuario todos llorando, fue inolvidable y nos marcó mucho a todos. De ahí salimos y a fin de año ganamos el seven y vinieron años hermosos de éxitos y disfrutar mucho el Club.
Jugué siempre de octavo hasta que llegué al Plantel Superior, donde me tocó debutar -en Primera- de segunda línea. El Oso Galli estaba de “8” y, bueno, estuvo acomodado como 20 años, era imposible sacarlo, así que tuve que jugar muchos años de segunda línea. De chico tenía dos referentes a nivel internacional: era fanático de Zinzan Brooke. A nivel local tuve dos ídolos: de muy chiquito, Marcelo Tecca, y de juveniles, “el Oso” Galli. Octavo siempre me pareció el mejor puesto del rugby.
Voy a nombrar dos. La primera, Sudáfrica 1998, fue la Camada 84’ entera y además invitaron a Javi Allianelli, Camada 83’ y a cuatro de la 85’. Estuvo increíble. Nos hicimos muy amigos todos y quedó muy linda conexión entre las camadas que vivíamos el Club y éramos fanáticos. Con mi camada la más importante fue un fin de semana en Chile con la M15, que la pasamos increíble.
Debuté en Pucará. Había sido el 8 de la Intermedia y me quedé de suplente. A los 2 minutos del partido sale lesionado Bebu Diharce, segunda línea, ahí entró el Cordobés Videgain y aguantó un tiempo, hasta que entré yo en el segundo, de segunda línea. Fue increíble, estaba nervioso, no me lo esperaba, fue único. Además, al rato entró Panchito Cubelli y debutamos juntos.
Los de mi camada me habían puesto “Vicio” en una época de juveniles. Ese apodo duró unos meses, hasta que saqué el registro y empecé a manejar la histórica “Lancha” (Peugeot 505 Rural), que llevaba a la Camada 85’ a todos lados. Ahí ya me venían diciendo “Lanchita Vicio” y después quedó “Lancha”.
La 16 es una banda histórica que, desde chico, siempre fogoneó la pasión por el Club. Compartirla, además de que es divertido (y como jugador te suma que te banquen), genera una mística linda. Me acuerdo cuando el líder era Papo Rosati, después agarró la manija Laíto y después le tocó a mi camada hacerse cargo. En un momento, nació la banda de la “vuvuzela”, y fue increíble lo que nos divertíamos, lo acompañado que se sentía el equipo. Fue muy lindo todo lo que fue pasando, llegar a las “semis” por primera vez. Después la 99’ se hizo cargo de la 16 y justo ese año salimos campeones. Si bien siempre fui una cara visible, nunca hice ni un 2% de lo que hicieron un montón de amigos que se mataron comprando cosas, tocando instrumentos, para que todo sea una fiesta. Yo solo me ocupaba de cantar y agitar.
Siempre entrené en el Club. La primera vez que lo hice fue con la Camada 89’, de “Tomi” Cubelli y “Nutria” (Tobías Bunge), cuando tenían 10 años y yo tenía 14. Desde ahí toda la vida colaboré en algún lado, hasta cuando me estaba por retirar, me tomé un año sabático para formar y escribir un proyecto mientras aprendía del juego. Y nada mas lindo que entrenar con amigos. Entrené con un montón, los últimos, Fede Gorrissen, “el Flaquito” Cangueiro, “El Gallego” Guerci, Nico Santurio, son hermanos y la pasamos bárbaro, disfrutamos mucho de esta vocación de transmitir algo lindo. También fue hermoso entrenar con “Topo” Beltrame, que me había entrenado a mí, y con “Edu” Caputo y “el Ruso” Montaldo, a quienes conocí de grande y me hice muy amigo.
Entrené a la camada 99’ por 3 años. Fue muy fuerte lo que pasó. Me encontré con un grupo sediento y yo me había preparado para ser una catarata. Fue amor a primera vista. Desde el primer día nos transformamos en una familia, pasamos muchísimo tiempo juntos mucho más allá del entrenamiento. El día que los conocí, les mostré cuáles eran mis objetivos, y les dije que lo más importante de todo era disfrutar todo los días y siempre buscar ser un poquito mejor, con la premisa de hacerlo juntos y compartiendo. Ellos me enseñaron muchísimo y fueron una plataforma de despegue muy grande para mí. Hoy son parte de mi corazón para siempre. Lo que vivimos, más allá del campeonato invicto, fueron 3 años de alegría y de crecer juntos. Para que te des una idea, vine a Argentina hace poco y uno de los de la 99’ me vino a buscar a Ezeiza.
Irte a Europa es un lujo único y encima irte con el Club a jugar partidos es algo muy fuerte. Nos llevamos perfecto con el grupo de entrenadores que fuimos, la pasamos muy bien. Me acuerdo del vestuario antes del último partido, donde yo le pedí a (Marcelo) Tecca y Ruzza (Gustavo Ruzzante) que vinieran adentro a la previa. Más allá de que ellos eran padres acompañantes, yo quería que vengan como ex jugadores de Club, para que sientan y respiren con nosotros ese momento único. Para que la mística y el amor por esta camiseta siguiera creciendo y pasándose. Fue un vestuario muy emocionante. Y en esa gira pulimos un grupo gigante de Camadas 99’ y 2000 , que tuvo un año increíble coronado con el campeonato de la A, pero con la B y la C peleando hasta la última fecha también.
Claudito se me cruzó en la vida cuando vino un día al Club a dar una charla para el Plantel Superior. En ese momento, yo era “naïve” y creía que me las sabía todas. Me hice el canchero con él enfrente de todos (risas), y de ahí nos conocimos. Claro, yo me di cuenta de que mi gestión de las emociones era muy pobre y que estaba un poco roto por dentro, necesitaba crecer en ese aspecto. Me empecé a interesar mucho y comencé un proceso de sanación interior muy fuerte, que me ayudó muchísimo a relacionarme conmigo mismo y con los demás. Muchas de las herramientas que aprendí en los talleres del Club fueron las que usé para entrenar y para entrenarme a mí. Lo acompañé a Claudio y junto con otros amigos, como “Paxon” Dulce y “Manu” Spitaleri, impulsamos la idea de que el Club esté siempre ocupándose de ver qué les pasa a los chicos y chicas, fuera de la superficie. La idea siempre fue generar un espacio donde sea posible hablar de lo que nos pasa por abajo. A veces vamos por la vida en piloto automático y nunca nos preguntamos qué nos pasa de verdad, no nos miramos, no nos escuchamos. La idea es alentar este espacio para prevenir y no esperar hasta que una persona explote para contar lo que le pasa por dentro. Es un trabajo apasionante y cada vez más necesario en este mundo donde nunca tenemos tiempo para lo más importante, que es ocuparnos de nosotros mismos.
Yo tenía extrema facilidad en el colegio con los números, la matemática y la física. Estaba convencido de que mi talento iba por ese lado. Además, era medio vago. Entonces sin estudiar matemática pasaba, me preparaba poco y pasaba y dije: “es por ahí”. Para ser Ingeniero hay que tener una disciplina tremenda, no era solo talento, así que a los golpes fui aprendiendo mucho sobre esa estructura y disciplina. Pero muy temprano me di cuenta de que no era mi vocación, era solo un estudio. Con todo lo que cambié y crecí nunca la volvería a elegir, tendría que haber sido psicólogo, quizás. Igualmente estoy súper agradecido porque soy una persona muy amplia, con muchos campos explorados y eso me fue formando en este camino loco y divertido.
Me recibí de Ingeniero ya sabiendo que quería apuntar o para el deporte o la educación. Decidí hacerlo de a poco, tomando pasos cortitos. Mientras laburaba como Ingeniero en empresas, empecé a estudiar para ser entrenador de rugby y para ser entrenador de las emociones con Claudio. Esto me apasionaba y disfrutaba mucho. Lo hacía gratis, así que traté de buscar la vuelta laboralmente en Argentina, pero me costaba muchísimo hacer plata. La empresa donde laburaba cerró y nos rajaron a todos allá por el 2017, así que agarré la indemnización y me propuse solo hacer cosas que me apasionen. Justo venía la gira a Europa con la M19, asi que me quedé allá post gira dos meses más, donde hice un curso de entrenador de rugby y un curso de método de enseñanza en Dinamarca. Como tenía pasaporte pispié a ver si había alguna oportunidad y al instante, en el curso de rugby, me ofrecieron un laburo de entrenador en un colegio de East Midlands, en Inglaterra, por un año. No lo dudé, dije, “vamos a probar vivir de esto”, que me gustaba y apasionaba. Así que dejé todo y me fui.
En este momento soy Profesor de Matemática en un colegio del estado y entrenador de rugby, básquet y tenis en un colegio privado. El colegio del estado se llama Queen Katherine Academy y queda en la ciudad de Peterborough; el colegio privado se llama Stamford School, y queda en el pueblo de Stamford, donde vivo hace 4 años.
¿Encontrás grandes diferencias entre los colegios y métodos de enseñanza de Inglaterra y de la Argentina?
Es difícil hacer una comparación porque yo trabajé muy poquito en colegios de acá y nunca en un colegio del estado. De mi experiencia, diría que hay muchas similitudes y muchas diferencias. Principalmente hay una gran similitud entre ambos, y es que los colegios de hoy son aburridos, poco interesantes, antiguos, rígidos, poco creativos y poco inclusivos. Hay un problema sistemático muy grande en la educación mundial y sufre mucha falta de innovación.
Hice un Posgrado en Educación en la Universidad de Buckingham. Hoy soy profesor de secundaria habilitado por Gran Bretaña. Estuve estudiando métodos de enseñanza con un foco dentro del aula y hace 4 años que estoy dando clases. Es una exploración que se fue dando, yo venía de afuera del aula hace rato entrenando y ahora estoy haciendo las dos.
Acá los fines de semana se va muchísimo al pub a ver el evento de turno, por ejemplo el Seis Naciones. Es impresionante cómo se vive. También me junto mucho con amigos y amigas de todo el mundo, y cocinamos, vemos algún evento. Estoy jugando al fútbol y al básquet de vez en cuando. Salgo muchísimo a caminar por los campos y trato de viajar por Europa, visitando amigos y lugares.
La pandemia la viví muy bien y obviamente con altos y bajos. Locamente sirvió para conectarme mucho con amigos que no veía ni hablaba hace mucho, y también con la familia. Lo bueno de Inglaterra fue que siempre se pudo salir a la calle y sin barbijo. Eso hizo que siempre fuera muy llevadero. Hice de todo, no laburé por dos meses, hice yoga, leí, cociné mucho, vi películas, aprendí a hacer malabares, me entrené, leí muchos libros, estuve estudiando un poco de filosofía, escribí y hasta vi el campeonato del Rojo del Clausura 1994. Siempre me gustó leer autobiografías y ahora estoy leyendo libros de educación, filosofía o psicología. Hace poco leí un libro que me gustó mucho: Sapiens, de animales a dioses.
Nunca dejás de extrañar. Alguna comida con la familia, asado con amigos, el fulbito, pasear con mis sobrinos, unos mates, venir a ver la Primera, eso nunca pasa. También pasa el tiempo, y se hace más fácil porque te vas acostumbrando a todo. Otra cosa que extraño mucho es el clima, sobre todo el sol que calienta ¡y no solo el que da luz! También la comida, sobre todo las milanesas, la pizza, el helado y la provoleta. A veces también se extraña el abrazo, los ingleses casi que ni se dan la mano. Quizás no te ves con un amigo hace un mes y llegás y te dice solo “Hola”.
El Club es único en el mundo. Me encanta volver y cruzarme con tanta gente y sentir que nada ha cambiado, que después del abrazo ya sos uno más y estás riéndote de cualquier cosa y disfrutando de la compañía. Les digo “gracias”, por estar siempre y por quererme tanto como yo los quiero a ellos.
(*) “Carpe Diem”: “Aprovecha el momento”. Hagan de sus vidas algo extraordinario (vivan cada instante como si fuera el último por que tal vez lo sea). El profesor John Keating -interpretado por Robin Williams- les dice esto a sus alumnos en la película “La Sociedad de los Poetas Muertos” (1989), dirigida por Peter Weir.
(**) “Granny”, Corine, abuela de Fede, también íntima amiga de mamá (Alina), compañeras de bridge y muy querida en casa por toda la familia.