Con más de 30 años en las canchas, Ferguson batió récord y redefinió lo que significa el deporte para BAC.
Alejandro Ferguson es una leyenda viva del cricket argentino y una figura clave en la historia deportiva de Belgrano Athletic Club. Con más de 30 años de trayectoria internacional, ha batido récords y dejado una huella imborrable en este deporte. Aunque también tuvo sus años de gloria en el rugby con Los Pumitas… En este “Mano a Mano Marrón”, Alejandro comparte sus experiencias, anécdotas y el amor profundo que siente por el cricket, un deporte que lo ha acompañado a lo largo de su vida. Desde sus inicios hasta convertirse en el jugador internacional más activo de la historia, descubrimos qué… y las lecciones que este deporte le ha dejado.
Sí, fue muy loco enterarme del logro. Casualmente, un inglés que vino a hacer temporada unos años atrás me escribe y me dice: “Ale, ¿te acordás de mí? Soy Nick Friend, jugamos en contra varias veces… Ahora me dedico al periodismo deportivo en Londres, estuve investigando para escribir un artículo sobre cricket en Sudamérica y me topé con un dato interesante: ¿sabías que sos el jugador internacional de cricket más activo de la historia?”. Realmente nunca me detuve a pensarlo, pero efectivamente habían pasado ya 30 años desde que debuté con Argentina en el Mundial de Kenia 1994. Casualmente, en ese torneo, llegue a jugar con mi viejo, Tony Ferguson, que tenía ya 45 años… Pocas veces se ha dado que padre e hijo compartan cancha en un seleccionado.
Para mí el cricket es un juego muy interesante, divertido, cambiante y, por supuesto, muy técnico y mental. Ese es el atractivo, el combo que me atrapa y me vuelve a conquistar.
A mayor nivel, mayor técnica y entereza mental. A la vez, es un juego que se practica en equipo, pero en muchos momentos tiene una impronta individual muy fuerte. Un jugador o dos pueden dar vuelta un partido en instantes y no siempre es el mejor jugador del equipo el que lo hace… pero al final, siempre es la suma de las partes la que lleva al equipo a prevalecer sobre el rival.
Lo que me enamora y me mantiene activo durante tanto tiempo es la pasión que siento por el deporte; es el motorcito que me impulsa a superarme, a progresar y a divertirme cada vez más dentro de una cancha. A lo largo de mi vida cricketera he compartido temporadas, giras, torneos y muchas anécdotas divertidas con gente de distintas generaciones que enriquecen más aún la experiencia.
Es por eso, que quiero que cada vez más gente se entusiasme por este deporte.
Cuando todos hablan de las tradiciones del cricket se remontan al tiempo donde se paraba a tomar el té al mejor estilo inglés. Eso sucede en un solo encuentro apasionante de 3 días que disputamos todos los años, el famoso Norte y Sur, que lleva más de 125 años disputándose.
Pero para mí las tradiciones son otras. Son encontrarse en Pino y viajar juntos en caravana cuando nos toca de visitante; ir en tren con los bolsos y que te miren con asombro; clavarse un café doble y unas medialunas en el Bar BOLA (8) antes de entrar a Hurlingham; llegar temprano a Pino y caminar en patas hasta el medio del pitch sobre el pasto fresco con rocío, pegar una enérgica entrada en calor, contagiar buena energía adentro y fuera de la cancha, y siempre recordar para que estamos ahí ese día: simplemente para disfrutar, competir ¡y pasar un lindo día con amigos.
Desde muy temprano comencé a jugar a los dos deportes. Los dos me gustaban por igual.
Recuerdo de chico pasar horas jugando solo en el patio de mi casa. Recrear situaciones de partidos tanto de rugby como de cricket. Imitar jugadas que había visto o recrear otras nuevas, donde imaginaba desenlaces diferentes… pero siempre ganaba porque jugaba con la negra de los All Blacks.
Lo lindo fue que no tuve que elegir entre uno u otro, porque se practicaban en distintas estaciones del año: rugby en invierno y cricket en verano. Me era natural, y así lo viví.
Creo que nunca hice una pretemporada de rugby, porque siempre jugaba al cricket hasta fines de marzo y cuando todos se rompían en los partidos amistosos antes de arrancar el año, yo llegaba fresco para encarar el año y tirar unos pasos. Mientras jugaba al rugby en Primera también entrenaba para el Seleccionado de Cricket cuando se venía un torneo importante, y había que duplicar los esfuerzos, pero todo eso era recompensado cuando viajaba por el mundo en diversos torneos en los que participábamos.
Cuando me retiré del rugby a los 28 años me dediqué a full al cricket. Entrené con varios coaches internacionales y logré progresar mucho. Pude mejorar técnicamente para enfrentar y competir mejor frente a equipos más experimentados. En 2008 obtuve la distinción de mejor wicket-keeper del torneo de Div. 1 de Américas y en varios torneos más adelante logré que me eligieran como el MVP del partido; además de lograr en conjunto victorias inéditas para el Cricket Argentino. Por ejemplo, en 2007, tras salir segundos en un torneo en Australia, logramos colocar a Argentina en el puesto 22 del ranking mundial.
Al rugby en Belgrano jugué toda mi vida. En juveniles, con mi camada “la gloriosa 78”, salimos 4 veces campeones (invictos en 3 oportunidades); y en Primera División jugué por 10 años, desde 1998 hasta 2008. Antes de debutar en el primer equipo de Belgrano se me dio la enorme oportunidad de ser convocado para Los Pumitas.
En ese momento, tuve que elegir, si me iba a jugar un mundial de Cricket a Singapur o si me inclinaba por el Rugby. Y, en esa oportunidad, me incliné por perseguir el sueño de ser Pumita, y no me equivoque. Fue una de las experiencias más duras y enriquecedoras de mi vida.
En mi caso, fui llamado más tarde en la etapa de “trials” y sabía que en esa única convocatoria tenía que demostrar que tenía pasta para quedar y lo aproveché al máximo: quedé dentro del plantel. De mi camada, ya estaban firmes el Oso Galli y Andy Querol, dos cracks que la rompieron toda en el Mundial. Metimos gira durísima por Sudáfrica con un plantel de 40 jugadores que sirvieron para unir y fortalecernos técnica y mentalmente para el Mundial que se disputaría en Argentina.
Al terminar la gira dieron el listado final de los 26 jugadores para el mundial. Lamentablemente, quedé fuera, pero instantes antes de arrancar el Mundial, recibí un llamado sorpresivo, porque habían tenido una baja y me convocaron para que me sume inmediatamente al plantel.
En el debut ante España el equipo fue una aplanadora. El segundo partido de la zona era con Italia en el Club. Tenía la ilusión de poder entrar en el equipo ese día y pisar Pino con la celeste y blanca, pero la noche anterior me enteré por los entrenadores que no iba a poder jugar ningún partido del certamen porque no figuraba en el listado original. Una gran desilusión, pero eso no me detuvo. Seguí con los entrenamientos y apoyé a los que les tocaba entrar para que dieran lo mejor. Finalmente, pasamos todas las instancias y fuimos campeones ante Francia en una final tremenda.
Pasaron 20 años ya. Nuestra camada de Pumitas fue la última en ser campeona del certamen M19. Hace poco nos reencontrarnos todos un finde en Rosario para revivir y recordar lo grandioso que fue ese momento.
Lo más importante es que tengan ganas de aprender, mejorar y divertirse. El resto viene con dedicación, paciencia y perseverancia. Práctica, práctica y más práctica.
¡Qué difícil elección! En un partido en Pino podés darte el gusto de hacer las dos. En un over, le apuntas al Palo Borracho en el fondo -la estás timmeando como un campeón- y, al over siguiente, le apuntas al Pabellón -la puesta en escena es todo-. El equipo se para al ver como la pelota toma vuelo ¡y aplaude de pie cuando impacta en la terraza!
Belgrano es amigos, energía positiva y pasión.
Y… tenemos muchos campeonatos ya con Belgrano. Ganarle a San Albano o Lomas A.C. siempre tiene un sabor especial por las rivalidades que se han dado a lo largo de los años.
¡Tengo un partido que todos recordamos en Belgrano! Un equipo joven y en crecimiento por esa época… Esa fecha nos catapultó al campeonato, por allá, en el 2014, en una fecha difícil, donde se evidencian un poco las fluctuaciones que pueden ocurrir en un partido y como un resultado adverso se puede revertir con un poco de cabeza, técnica ¡y mucha garra!
Nos tocaba jugar con San Jorge, en Quilmes, y nuestro coach nacional, de origen escocés, jugaba para ellos (incluso él había jugado para Inglaterra en su prime). Habíamos quedado en llevarlo a Quilmes la noche anterior porque vivíamos cerca, pero al día siguiente nos falló el auto y llegamos tarde al partido. Obviamente, el coach estaba muy enojado porque se tuvo que ir por su cuenta en un remis. Al hacer el toss (sorteo) ganó y eligió batear porque Belgrano estaba en inferioridad de jugadores.
Cuando llegamos con mi hermano (tarde), San Jorge estaba en una buena posición y dominaba la escena, pero rápidamente comenzamos a dar batalla y logramos eliminar a todos por 160 corridas. Nos parecía un score imposible, pero en medio del chase (la persecución) se largó a llover finito, lo cual complicó mucho las cosas para los bateadores. Ellos comenzaron a sacar wickets y el partido parecía escaparse lentamente. Mi hermano -Paul- ya estaba adentro y me tocó entrar. Teníamos que resistir y quedarnos hasta el final para tener una chance de ganar. La presión se sentía y el coach inglés nos dialogaba sin parar para sacarnos del partido, porque hay muchos de esos “juegos mentales” en el cricket. Pero nosotros mantuvimos la calma y nos concentramos en nuestro juego. Nos propusimos pequeños objetivos y, de a poco, fuimos consolidando nuestra posición hasta que, finalmente, después de varias horas… ¡Logramos las corridas que necesitábamos!
Los dos salimos con los bates en alto, todo el equipo de Belgrano arengó bajo la llovizna y nos fundimos en una mezcla de abrazo y pogo en la línea cantando: ¡Dale Marrón, dale Marrón! ¡Dale Marrón, dale Marrón!
El cricket me dio muchas herramientas. Sin dudas, una de las más aplicadas son: la dedicación, la paciencia, la tolerancia a la frustración, la determinación y la confianza en uno mismo. Ser buen compañero, comunicarse efectivamente y apoyarse en los momentos duros para salir adelante. Y, por sobre todas las cosas, relacionarse, crear conexiones y hacer amistades donde vayas.
Eso depende de las condiciones de la cancha, pero hoy -y hace rato- prefiero empezar bateando. Si lo aprovechas bien, te da la tranquilidad de manejar el partido, de construir el innings, acelerar o bajar el ritmo cuando lo crees necesario sin la presión de llevar la cuenta de las corridas requeridas (como cuando bateas segundo) aunque a veces esa adrenalina es linda también. Y, por sobre todas las cosas, entender que hay más.