María Teresa Voget de Luchetti (96 años) es socia de Belgrano desde su juventud y escribió una carta recordando historias y emociones que vivió en su tan amada “segunda casa”. ¿Las repasamos juntos?
Por: María Teresa Voget de Luchetti.
Querida Familia del Belgrano Athletic,
Mi historia con el Club se remonta a 1955, cuando Belgrano Athletic ya tenía varias décadas de existencia y una tradición arraigada en el deporte (desde sus comienzos a la par del football, al que más tarde se sumaron cricket, rugby, natación, tenis, hockey, bochas, squash, bridge, y luego gimnasias y yoga).
En aquellos años, nombres como Morea, Héctor Cataruza y Mabel Bove brillaban en las canchas de tenis. Roberto Pepper y Jeanette Campbell (medallista olímpica en los Juegos de Berlín 1936) dejaron una huella en nuestras memorias, seguidos por Sussie Pepper. En hockey, recordamos con cariño a Johnny Alfonso y sus hijas, Adriana y Verónica, que siguieron su trayectoria; junto con Magdalena “Maggie” Aicega y Rosario “Charo” Luchetti, también medallistas olímpicas. Y así, podríamos seguir indefinidamente nombrando a personas que dejaron su huella en nuestra historia…
Pero el club no se trata solo de nombres y logros deportivos. También es un lugar al que siempre acudimos sabiendo que nuestros hijos estaban cuidados y vigilados por la mirada atenta del Sr. Kroucher y los porteros Alfonso y Pedro. Un espacio donde organizábamos fiestas para recibir el Año Nuevo, cuando las señoritas lucían elegantes vestidos largos y los jóvenes se enfundaban en impecables smokings; un lugar donde, en Carnaval, los chicos competían en concursos de disfraces y la creatividad no tenía límites. Recuerdo con cariño cuando los hermanos Withington se convirtieron en “pozos petroleros”, o cuando Luchetti, Villamil y Badía encarnaron a “Los Locos Adams”. Y quién podría olvidar a “Los Watusi”, conformados por Lao Luchetti, Paul Hug y Encabo, quienes nos sacaban una sonrisa con cada paso que daban.
Claro que, además de momentos festivos y divertidos, nuestro querido club también fue testigo de eventos históricos trascendentales. Recuerdo con gran emoción la visita del Príncipe Felipe de Edimburgo durante su paso por Argentina. En aquel entonces, el segundo piso del club (donde hoy están las oficinas administrativas) albergaba a algunos ciudadanos argentinos e ingleses, ex combatientes de la Primera Guerra Mundial, a quienes visitó el Príncipe. Aquel día desfilaron gaiteros escoceses, con sus imponentes instrumentos, y su “tartans” correspondientes a los distintos clanes.
Otro clásico era el desfile de las alumnas de St. Catherine ‘s School, el día de los “Sports”, al compás de la Marcha sobre el Río Kwai, o los festejos de los campeonatos de rugby (el último de la máxima categoría, en 2016).
Sin embargo, más allá de los nombres, los logros y los recuerdos, Belgrano Athletic Club también resulta ser una gran familia. Una familia unida por los mismos valores que han trascendido generaciones, como la seguridad, el deporte y -valga la redundancia- la importancia de la familia; valores que han sido el pilar de nuestro querido club y que continúan siendo el baluarte de nuestra comunidad.
Hoy, aquellos niños que corrían por las canchas son padres y madres. Algunos de los antiguos “noviecitos” han consolidado sus relaciones en matrimonio y ahora disfrutan de sus hijos y nietos, siguiendo la tradición que nos une. Porque aquí, en Belgrano, hemos creado un legado de amor por el deporte, la camaradería y la pasión que perdura en cada persona y cada rincón de nuestro club.
Por todo esto, me atrevo a afirmar con convicción que Belgrano Athletic Club es nuestra segunda casa. Un lugar lleno de recuerdos, amistades y emociones compartidas. Un refugio donde hemos forjado nuestra identidad y donde generaciones enteras han encontrado su lugar.
Querida Familia Marrón, los invito a seguir cultivando esta gran tradición que nos une. A seguir construyendo momentos inolvidables y a recordar que, sin importar los años que pasen, el club, sus amistades y su legado, siempre estarán ahí para nosotros.
¡Vamos Belgrano!