Desde Italia, llega una nueva edición de Belgranenses por el mundo.
Por: Mariano Vergara Hegi.
Hola belgranenses, ¡felices Fiestas!
En este último viaje del 2021 tuvimos la alegría de “visitar” a Anita Geddes, ex jugadora de Hockey de la Primera del Belgrano Athletic, centrodelantera goleadora, corredora incansable e incondicional del Club. Anita, “La Negra”, participó en partidos épicos en la lucha por el ascenso allá por 1996. Asimismo, como veremos, literalmente “cruzó el charco” -el Océano Atlántico, nada menos- por solo un par de días, para defender nuestros colores en un momento difícil de nuestro hockey. Eso la pinta de cuerpo entero.
Proveniente de una familia belgranense, no recuerda sus inicios en el club, comprensible, era una beba, pero recuerda la gran pasión con que vivió siempre el hockey. Hace años, ya en Padova, en la región del Veneto, norte de Italia, vive con Paolo, su marido y Ricky, su hijo de 11 años, super deportista, jugador de rugby en el Club Selvazzano, adonde le gusta entrenar con la camiseta del BAC. Hoy Ana trabaja en el Caffè Diemme, una conocida empresa familiar que data de 1927.
En Padova existen tesoros del Medioevo y el Renacimiento, como la Capilla Scrovegni, donde hay frescos del gran Giotto (1305 aproximadamente), que son Patrimonio de la Humanidad por Unesco y también la Basílica de San Antonio (S XIV), entre muchas otras. Una ciudad que es historia viva, algo que, con el tiempo, Ana fue valorando cada vez más.
– ¿Te acordás cuando fuiste al Club por primera vez? Supongo que lo hiciste porque tus padres eran socios.
– Realmente no me acuerdo. Sí me acuerdo que mi abuelo -Carlos Geddes- era socio desde 1925/30 y papá (Alberto, “Daddy” para nosotros), era también socio. Yo nací en Jujuy y después fuimos a vivir a Chubut por el trabajo de “Daddy” y en las vacaciones íbamos a Buenos Aires y, obviamente, nos llevaba al Club.
– ¿Cómo fue ese inicio? ¿Nuevas amigas? ¿Algún entrenador que recuerdes de tu etapa formativa? ¿Alguna impresión particular que te dejó el Club entonces?
– Cuando papá cambió de trabajo yo estaba en primer grado y vinimos a vivir a Buenos Aires. Empecé segundo grado y tercero en el Washington School y después fui al Saint Catherine’s. Me acuerdo que fui al club y empecé con hockey. Todos los sábados teníamos escuelita y me entrenaba Marcela, una rubia que no me acuerdo el apellido. Éramos montones de nenas.
– ¿Siempre te gustó el hockey? ¿Practicabas otros deportes cuando eras chica / adolescente? ¿Ibas mucho al Club?
– Desde la primera vez que jugué, me encantó el hockey. Jugaba también al tenis y hacíamos natación en verano. Y, más de una vez, cricket y sí, iba mucho al Club.
– Me dijeron que eras de hacer lío (¡por no decir “quilombera”!). ¿Alguna travesura que recuerdes?
– ¿Quilombera? ¿Yo? ¡Noooo! (risas). ¡Mentira! Y, sí, era bastante, nada del otro mundo, pero en esa época digamos que me hacía notar. A Justa, mi vida, la volvíamos loca para entrar antes a la pileta, ¡ay pobre, qué paciencia! O nos escondíamos abajo de la tribuna donde guardaban las colchonetas, estaba re sucio pero igual nos metíamos.
– Primera / Plantel Superior. ¿Recordás tu debut en Primera? ¿Cuándo? ¿Contra quién?
– Lo único que me acuerdo es que siendo un año más grande que mis amigas, siempre pasaba de división yo sola y me “comía” un año con las más “viejas” ¡y me quería matar! En Primera pasó lo mismo, un bajón y un cagazo bárbaro. Creo que nos entrenaba Andrés Rosso.
– ¿Cómo te definirías como jugadora?
– Como jugadora era de esas 9 que se corren todo y vuelven un poco locas a las defensoras. Le ponía garra, mucha pasión.
– ¿Alguna jugadora referente en tu puesto local o internacionalmente?
– Karina Masotta me parecía una ídola.
– ¿Algún recuerdo de algún partido, Campeonato o situación especial mientras jugabas en el Plantel Superior?
– Tengo miles de recuerdos, sobre todo las pretemporadas en Pinazo, ¡mortales! De partidos me acuerdo una vez en Pinazo que justo estaba Charly, mi hermano menor, que me vino a ver y saliendo de un corto me rompieron la nariz. Terrible, pero bueh…
Otro recuerdo: el ascenso jugando contra Hurling, que festejamos tirándonos a la pileta sucia ¡y llena de sapos! Y un super recuerdo fue mi último año (2000), cuando me vine a Italia. Yo viajé en octubre y no estábamos muy bien. Había que pelear el descenso con Banco Hipotecario. Me acuerdo que “Bici” (Querejeta, entrenador), me escribió y me preguntó si podía viajar para ese partido. Le dije que no sabía, pero que iba a tratar de hacer lo posible. Y así fue. Me tomé un avión un miércoles, jueves a entrenar y el sábado el partido. Ganamos 2 a 1, hice el segundo gol y no descendimos y de ahí a festejar, super felices. Cuando menos me lo espero, Bici me da un sobre…: habían juntado plata para ayudarme a pagar el pasaje… Todavía hoy me emociono. Sin palabras. El domingo volví a Italia, super feliz y nadie sabía nada.
– Gira a Tailandia. Época / recuerdos. ¿Cómo decidieron ir allá? No es un destino tradicional para hockey. ¿Estuvieron en zona de playas o selva?
– Tailandia fue espectacular y, si nos íbamos de gira, había que ir a un buen lugar. A Pao Pinilla que estaba en la organización con Ale O (Alejandra Oestreicher) y Maqui (Macarena Camardón), creo que le ofrecieron ir ahí y se decidió. Estuvimos, sobre todo, en playas espectaculares. ¡Me acuerdo de cuando jugamos y el equipo contrario eran todos hombres! O de la despedida de soltera de Andrea Forrester. Fue y es un recuerdo increíble. ¡Qué bien lo pasamos!
– ¿Fuiste a la Universidad? ¿Qué estudiaste? ¿Sentís o sentías vocación por una profesión o actividad determinada?
– Empecé Ecología y dejé, empecé a trabajar y entre hockey, laburo y estudio, opté por dejar el estudio. Hoy me arrepiento pero no sé si el estudio hubiera sido mi futuro.
– ¿Ahora estás trabajando? ¿Qué estás haciendo?
– Sí, trabajo en el Caffè Diemme, una empresa familiar que se ocupa de tostar café desde 1927 en Padova. Trabajo en la sede central y hago un poco de todo, pero mi especialidad es preparar el café. Tuve que hacer varios cursos para especializarme, desde la historia del café y “latte art” que es una técnica que se utiliza para la realización de dibujos en la superficie del café.
– Italia, ¿cómo y cuándo decidiste partir? ¿Fue difícil el proceso de adaptación?
– Un día me llamó Maqui, que había estado en Italia 6 meses con su novio y me dijo si no quería ir. Yo sin pensarlo dos veces le dije que sí, pero no bien empecé a hacer los papeles y cuando llegó el momento de comprar el pasaje hablé con papá. Habían pasado dos años que mamá (Margarita) ya no estaba con nosotros y Charly era chico, pero me fui a la aventura. ¡Irse no fue tan difícil como llegar! Odié a los tanos del aeropuerto de Roma -no fueron atentos en detalles cuando llegué- y cuando aterricé en Verona y Maqui me vino a buscar, me puse a llorar como loca. Fue difícil, no sabía nada de italiano. El primer año fue un desafío constante. El equipo y el entrenador, Mirko, me recibieron súper bien y eso ayudó y saber que estaba Maqui, también.
– ¿Cuando hablamos por teléfono el otro día me contaste que Maqui y Magui (Aicega) estuvieron con vos un semestre allá. ¿Fueron las tres juntas o te visitaron después?
– Cada una vino por su cuenta. Magui vino para estar con su pareja que jugaba rugby en el Petrarca y Maqui ya estaba acá por lo mismo.
– Seguro que fue lindísimo el tiempo compartido con las amigas de toda la vida. En Italia, ¿jugaron juntas al hockey? ¿Vos seguiste jugando allá?
– Nos matamos de risa y en los partidos nos re-calentábamos, pero fue espectacular compartir de nuevo una cancha con dos amigas del alma y de la infancia. Yo jugué siempre en el CUS Padova, hasta Junio de 2009, ¡que supe que estaba embarazada! Por un año y medio dejé de jugar. Después volví y jugué hasta 2015, pero en los últimos dos años fui a otro club, Grantorto, que necesitaba gente y fui a darles una mano. Después, basta, había que elegir, no podía con hockey, laburo y familia. 35 años de hockey me dieron muchísimo, sobre todo a nivel humano y así me retiré.
– Me decías que Paolo, tu pareja, jugaba rugby. ¿En qué club? ¿Cómo se conocieron? ¿Hace cuánto están juntos?
– Paolo jugaba en el Rovigo, de wing forward, con la número 6 y nos presentó un amigo. Desde el 2003 estamos juntos. ¡Ya no se cómo me aguanta! (risas).
– ¿Cómo está conformada la familia hoy? Contanos qué hace Paolo y algo de Ricky.
– Mi familia somos Paolo, Riccardo (“Ricky”) y yo. Y también la familia de Paolo, que tiene dos hermanos y una hermana y me llevo re bien con ellos. También está la “súper” mamá de él que siempre me ayudó mucho con Ricky, ¡la adoro! Paolo es policía, siguió los pasos de su papá. Hoy trabaja para la policía europea y está mucho tiempo en el exterior. Por suerte viene para las fiestas. Ricky ama Argentina, es super deportista, juega rugby en el Club Selvazzano, cerca de casa y le encanta entrenar con la camiseta de Belgrano.
– ¿Siempre vivieron en Padova? ¿Qué te gusta de esa ciudad y región? Cuando los visitan familiares y amigas/os, ¿cuáles son los primeros lugares que recomedás visitar?
– Sí, siempre en Padova y me encanta, salvo ni bien llegué, la odiaba… Extrañaba mucho todo, pero a medida que me fui adaptando le empecé a tomar el gustito. Es chica como ciudad, pero tiene todo y en lo que es medicina y universidad, es de lo mejor de Europa. Recomiendo siempre Venecia, es única y no podés dejar de ir. Verona, Lago di Garda. Hay mucho para ver. Pero primero trato de mostrar Padova, que tienen mucho para ver y hacer.
– ¿Te gusta la pintura? ¿La arquitectura? En Padova existen tesoros del Medioevo y el Renacimiento. Por ejemplo, en la Capilla Scrovegni, que es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, hay frescos de Giotto (1305 aproximadamente) y también está la Basílica de San Antonio (S XIV), entre otras. ¿Cuál Iglesia o edificio histórico es tu preferido, si hay alguno que lo sea?
– Sinceramente, hasta que no vine a Italia, no me interesaban ni el arte ni la arquitectura, pero estando acá no podés no conocer o informarte de los tesoros que tienen. La Capilla Scrovegni es impresionante, es una mini Capilla Sixtina. La Basílica de San Antonio es enorme y tiene mucho pero, mucho para ver. Pero para mi la Capilla Scrovegni es espectacular.
– ¿Cómo pasaron / pasan la pandemia? ¿Algún hábito que hayan cambiado o incorporado (lectura, música, gimnasia, cocina)?
– Ni bien empezó, mucho no cambiamos porque no se sabía cuánto iba a durar. Después de un par de semanas, nos dedicamos a cocinar, leer, poner en orden los papeles. No podíamos salir de casa. Solo un integrante de la familia podía ir al supermercado, farmacia o kiosco. Así que yo salía si Paolo no estaba, porque él, siendo policía, trabajó siempre. Gimnasia poco, no me entreno más para jugar. Camino por acá cerca de casa hay muy lindos paseos.
– ¿Hace mucho no venís a Buenos Aires? ¿Qué es lo primero que harías si vinieras?
– En febrero van a ser 5 años que no voy, no aguanto más las ganas de ir, pero no queda otra, al menos hasta que no se calme un poco esta pandemia. Lo primero que haría es ir al club y comer ahí con la familia.
– ¿Están siempre en contacto con las amigas del BAC?
– Con mis amigas estamos siempre en contacto, por suerte tenemos nuestro grupo de WhatsApp -quién no lo tiene hoy-, y así estamos al tanto y para las que estamos lejos, es un modo de sentirte cerca.
– De todas formas, te pido un mensaje para ellas…
– Agradezco al Club y al deporte que me dio la oportunidad de conocerlas y vernos crecer, formar una familia y transmitir lo que hemos vivido a nuestros hijos. Más que AMIGAS, son hermanas de la vida. Están siempre presentes y estar todavía juntas es el mejor regalo que la vida me dio. Es un honor tener un grupo así de amigas que te hacen sentir que a pesar de la distancia, es como si nunca me hubiera ido.