Belgranenses por el mundo: Pablo “Travol” Zambruno

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Belgranenses por el mundo: Pablo “Travol” Zambruno

Conocé la historia del ex-Belgrano que hoy es consejero del Papa

Por: Mariano Vergara Hegi.

Pablo “Travol” Zambruno es una gran persona y un ex-pilar aguerrido, que supo defender los colores de Belgrano Athletic. Campeón de Cuarta División en 1982 con su camada, la “65”, y de Menores de 19, junto con la “64”, en 1983, debutó en Primera en 1986. A los 12 años llegó al Club y se fue (es una forma de decir) ya universitario, cuando se dio cuenta de que “lo que buscaba era estar con Dios”. Pablo es sacerdote, con estudios en Derecho Canónico, Teología y Arqueología, habla cuatro idiomas y tiene un vasto recorrido existencial que lo llevó de Buenos Aires a Tucumán, pasando por Mendoza, España, Italia y Medio Oriente, entre otros lugares. Consultor histórico del “Romano Pontífice” (el Papa) desde hace diez años, en Italia dice haber descubierto sus raíces. Una de sus principales satisfacciones son las caminatas por los bosques, a la vera del río, en Valeggio sul Mincio, en la provincia de Verona, donde reside actualmente.

Viviste fuera de Buenos Aires y principalmente en Italia casi la mitad de tu vida, ¿nos podrías contar, sobre todo para los más jóvenes, tu historia en el Belgrano? Para empezar, ¿cómo llegaste al Club?

Sus inicios en Belgrano.

En realidad, empecé jugando en San Patricio aunque vivía con mi familia a siete cuadras del Club y tenía la ilusión de jugar en Belgrano. Papá era de Curupa y no estaba convencido del cambio, pensaba que iba ser demasiado exigente para mí, pero un día fui solo, caminando y averigüé. Tenía 12 años. A la Séptima División la entrenaban Panny Jordán, Eamon Horan y Jorge Caroll. Recuerdo muy bien el perfume del quebracho quemándose en el hogar del bar de PB esa tarde de otoño. Empecé a entrenar y debuté un domingo contra Pucará, en Pinazo. Panny me dijo: “¡qué olorcito a nuevo!

Y te enganchaste…

 Sí, ese mismo año fuimos de gira a San Juan, San Luis y Mendoza. Ahí nació “Travol” (por John Travolta), en una de las salidas nocturnas. Pleno “boom” de la película “Fiebre de Sábado por la Noche”. A la gira vinieron jugadores de la 64 y algunos de la 63. Nos entrenaban Bully Roca y Luis Olguín y nació la amistad con Sebas Caroll, Diego De Risi, Cachito Vara, Peto Mcfarlane, entre tantos.

La Cuarta División de 1982. Equipo campeón el día de la final con Pueyrredón.

– ¿Cuándo nace tu vocación religiosa?

Cuando terminaba el secundario y durante un período de tres años. Pensaba que tenía todo y me costaba dejar mis cosas, pero no era completamente feliz. Cursaba tercer año de Derecho en la UCA, jugaba en el Plantel Superior, había ido a una gira increíble a Nueva Zelanda, pero me di cuenta de que lo que buscaba era estar con Dios. Tenía 22 años.

– Entraste en el Seminario.

Sí, me admitieron, después de un largo proceso en el cual se evalúan también condiciones humanas y espirituales. De todas formas, uno de mis superiores, que fue clave para mí, se dio cuenta de la importancia del deporte en mi vida y ya en segundo año, me estimuló para que volviera a jugar rugby. En ese entonces, un día caminando con él, tuvimos un encuentro providencial con Carloncho (de la Serna), que me dijo. “Travol, necesitamos pilares en la Pre…” Ahí se decidió mi vuelta, con autorización entrenaba en la semana por mi cuenta e iba a los partidos con mi cuello de cura. Fue muy divertido, con una Pre y una Inter increíbles.

– Después empezó tu período itinerante, como sacerdote y profesor universitario.

Estuve un año y medio en Tucumán como Capellán y Profesor de Teología de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Llegué a jugar algunos partidos en Primera en Tucumán Rugby. Fue una muy linda experiencia. De ahí a Mendoza, por tres años, donde también fui profesor y jugué en Universitario de Mendoza, un año y medio en primera división y entrené al plantel superior. De Mendoza partí a España.

– Sos una persona con una amplia formación académica. Estudiaste Derecho en la UCA, ahora estás terminando Derecho Canónico en Italia, pero además estudiaste Teología y Arqueología. ¿Por qué las elegiste? ¿Qué te apasiona o te atrae de estas carreras?

-Para mi tesis de Teología escribí “La belleza che salva”. Me interesa la estética como un reflejo de la belleza de Dios. Descubrir las huellas de Dios en las cosas bellas que creó. Uno de los autores que profundizó este tema, al que estudié, es Santo Tomás de Aquino. La arqueología, porque siempre me gustó la Historia. Creo que el historiador habla a través de los documentos y el arqueólogo a través de los monumentos que nos han sido legados. Trabajé siete años en Medio Oriente, entre Jordania y el Monte de los Olivos. Una experiencia muy linda y fuerte a la vez; recuerdo que pensé “transpiro donde Cristo sangró”. La situación económica hizo discontinuar algunos de estos viajes de estudios e investigación. Ahora ejercito el Ministerio y colaboro con el Papa.

– ¿En qué consiste esta colaboración?

Además de Sacerdote, soy Consultor Histórico del Romano Pontífice desde hace diez años. Puntualmente estudio las causas de beatificación y tengo que analizar si están bien construidas, fundamentadas.

– ¿Analizás cada caso, las pruebas que reciben?

Valeggio sul Mincio

Mi trabajo consiste en examinar los documentos contenidos en el expediente presentado en la Congregación de la Causa de Santos, analizar si son verdaderos y examinar la biografía, ver si corresponde al período histórico contemporáneo al candidato al altar.

– ¿Cómo vivís la situación actual de pandemia? ¿Afecta tu trabajo? ¿Cambió tu rutina como la de tanta gente?

Para mí hay un corte, hay un antes y un después de la pandemia. No me gusta, sobre todo, que se maneje con criterios económicos y políticos. Lo que está en juego es muy grande, es decir, la salud de la gente y el porvenir económico. Que se especule con eso me parece de terror. Lo peor en este sentido es cómo se manejan los datos. Para algunos, la misma cantidad de enfermos son pocos y para otros son muchísimos, todo se relativiza y enfoca desde una perspectiva egoísta y partidaria. Aparecieron las vacunas cuando la gente empezó a protestar… ¿Casualidad? En mi caso particular, no afectó demasiado mi trabajo ya que me ocupo principalmente de estudiar e investigar. Como sacerdote, sí sentí mucho la ausencia de la gente, la Misa en la Iglesia, poder acompañar a quien más lo necesitaba.

Catalina Costa con la “Maglia Azzurra”.

– Sé que en lo personal estás contento por una compañía muy especial que vino hace un tiempo a Italia. Una destacada deportista.

Sí, mi sobrina Catalina Costa, hija de mi hermana María Laura. Cuando tenía cinco años la llevé al Club y jugó al hockey. Vino a Italia en el 2019. Nos dio una gran alegría a toda la familia porque la llamaron del seleccionado italiano de hockey. Catalina este fin de semana además salió campeona con su equipo y la prensa local la destacó como jugadora y goleadora.

– ¡Felicitaciones! Volviendo a la Argentina y al Club, ¿quiénes fueron tus referentes deportivos y/o algún entrenador del que tengas un recuerdo especial?

Como referentes, Pichino (Alejandro Cubelli) y Ruzza (Gustavo Ruzzante). Pichino era Puma, con todo lo que implica, pero Ruzza era solamente dos años más grande que yo y debutó en un momento muy difícil para el Club. Cuando en la comida de fin de año daban la corbata a quienes habíamos debutado en Primera, yo le pedí a él que me la entregara. Recuerdo que en los entrenamientos, pack contra pack, éramos muy exigentes uno con el otro: amistad y respeto. Como entrenadores, marcaron un momento especial Bully Rocca, Cesitar Gutiérrez, Lucho Gradín, Peter y Sam Gorrissen, Peter Stocks.

– Sos buzo profesional, con muchas horas de inmersión. ¿Qué se te dio por practicar buceo?

Por la arqueología. En la primera clase preguntaron a quién le interesaba el buceo para hacer unas expediciones y fui el primero en aceptar. Llegué a ser instructor. Trabajé siete años en el Puerto Augusto de Roma, donde iba todos los sábados a bucear y excavar.

– ¿Qué otra actividad deportiva estás realizando?

Además de caminar por los bosques cerca de casa, que es lo que más me gusta, ando en bicicleta y últimamente hago SUP (“Stand Up Paddle Board” / tabla de surf con remo).

– Para finalizar, ¿qué nos recomendás para “aprovechar” el tiempo en momentos de cuarentena o reclusión, total o intermitente: lecturas, música, meditación? ¿Qué hiciste vos?

Sinceramente, disfruté el lugar donde vivo. Cuando uno lo ama, no cuesta tanto el encierro. Además, me gusta la astronomía. Acá hay un cielo muy lindo. Tarde, durante la noche, seguía alguna estrella o planeta con mi telescopio. También leía más tiempo y descansé. Esto es importante. No es sinónimo de holgazanería. Necesitamos parar. Redescubrí el ritmo de oración. El tiempo que le dedicaba. A mí me dio la posibilidad de terminar cosas que tenía pendientes. Además, paradojalmente, me permitió retomar el contacto con personas que siempre están presentes pero por el ritmo de vida no tenía la oportunidad de tomarme el tiempo para llamar y poder conversar tranquilo.

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